jueves, 29 de mayo de 2014



Cuando se negó a salir a la pizarra se hizo el silencio, aquella mujer hecha y derecha, a pesar de ser ama de casa y pluriempleada y tirar del carro día tras día se negaba a salir a la pizarra. ¡por qué?- le pregunté
No puedo, no puedo-  me decía. Se me pone por delante ese profesor de la infancia. Sus castigos, sus insultos, los recuerdos de lo mal que lo he pasado y es superior a mí.
Al final,por el pacto que hemos hecho de hacer algo que nos cueste trabajo cada día, terminó diciendo: lo hago por ti.
El ser humano está diseñado para aprender, pero el aprendizaje es algo bueno que le lleva a superar dificultades, a explorar nuevos retos, sin él nos hubiéramos quedado en las cavernas. Entonces…¿por qué se asocia en tantas ocasiones al sufrimiento? ¿Cuál es el coste? . A Margarita le había costado “odiar la escuela” para siempre. Alto precio había pagado por coincidir con un profe entregado al sufrimiento del alumno, a favor de su ego personal, porque dudo mucho que profesionalmente uno pueda sentirse a gusto implantando el miedo en los ojos de los niños. No hay nada más bonito que un niño descubriendo algo nuevo, un niño embobado con una explicación,  fascinante es la primera vez que descubrimos algo.
La emoción del aprendizaje se ve en los ojos de los niños, no  en sus cuadernos, ni en su letra, la emoción queda en los ojos. Alex, me lo enseñó. No podía decírmelo de otra forma, pero en sus ojos se veía sus ganas de aprender, de entenderlo todo, de atraparlo todo. A pesar de todas sus dificultades: él quería aprender¡¡ Los niños quieren aprender y no hay cosa más triste que matar esas ganas.

Siento verdadera lástima cuando un niño dice que odia el cole, especialmente porque creo que algo gordo está fallando,  y porque además se siente atrapado en él 5 horas diarias.  No me atrevo ni hacer las cuentas  de que porcentaje de su vida eso significa. Si esto le sirve para amar la lectura, para enfrentarse con las dificultades de la vida y para ser feliz podríamos decir que vamos bien, pero si uno sale del cole odiando las letras y los números, y recordando algunos castigos sin sentido, y personas que destruyen el amor por aprender( lo siento, no me atrevo a llamarles maestros), entonces, hemos tirado una buena parte del pastel a la basura y además esa sensación amarga nos acompañará toda la vida, de forma que cuando veamos otro pastel parecido, acabaremos diciendo, igual que Marga:  no, no , no , a mi aprender no me sienta bien.